DESPEDIDA

 

DESPEDIDA

Sueños y ovejas
se mezclaban con el desvelo
aquella noche en que te encontré
recostado sobre tu sombra,
mirando al mundo desde la barrera,
como si nada fuera contigo,
como si todo te fuera ajeno.

Y esa noche nos besamos
con el cuidado del miedo,
con el abrazo del deseo alicatado,
con la premura de encontrar sosiego.

Y la prisa de nuestro sentimiento
fue acortando las distancias
porque a los dos nos inundaban
las ganas de tenernos,
de sentirnos poseídos,
de ser dos en cada uno
y no seguir conformándonos
con el respaldo de lo oscuro,
con la penumbra de un único sentido.

Fueron besos cargados
de futuros besos diferentes,
dulces como una espera asegurada,
acallados, porque estábamos exhaustos
de tanto buscarnos.

Arrieros de nuestra melancolía,
aquella noche nos encontramos por el camino,
perdidos en la oscuridad de las horas taciturnas y vacías,
palpando cualquier resquicio de compañía
para ver si alguno resultaba ser el otro.

Y por temor al apego equivocado,
y para preservarnos de la congoja
que produce el desamor,
comenzamos sin saberlo
un «largo adiós» musitado entre las copas,
una despedida eterna
como símbolo de la vida,
sin fijarnos en que tal vez los dos
llevábamos el mismo recorrido
y podíamos haber continuado,
al menos un poco más,
tomados de la mano.

Maena García                                                                   .

 

Poema despedida